Estrella

sábado, 17 de octubre de 2009

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Sigo caminando durante mas o menos media hora por la autovía. Salgo por un desvío que va a una población cercana, pero en vez de ir por el pueblo, lo rodeo por los campos de naranjos circundantes. Es una pena que sea demasiado pronto para ver naranjas en los árboles.

Continúo entre campos y carreteras comarcales. Sigo atento a lo que pueda pasar, pero recapacito sobre los últimos acontecimientos que he vivido. Los soldados me dijeron que ya no había ningún órgano de gobierno ni ley, supongo que estarían diciendo la verdad, no tiene sentido que me hayan mentido. Ahora que ya me he calmado un poco ya no me da tanta rabia que no quisieran hacerse cargo de mi, supongo que como el mundo se ha acabado, cada cual ha de cuidar de si mismo y cada cual ha de tener sus propias metas y preocupaciones. Por un momento creí que las cosas volverían a ser como antes, de algún modo claro, pero ahora estoy convencido de que sólo me tengo a mi mismo y este nuevo mundo no va a tener piedad conmigo.

Por fin llego a un camino que conozco, tampoco es que me haya costado mucho, mas o menos siempre he sabido por donde estaba gracias a mi afición dominguera de la bici. Dentro de poco empezaré a ver chalets y casas de campo, tendré que elegir una y comprobar primero si hay gente o zombis y luego conseguir algo de comida y agua.

Llego a la primera de las casas de campo, la verdad es que esta es igual de buena para probar que cualquier otra y además ya estoy cansado. Todas las emociones del día y mi carrera matutina me están pasando factura.

Echo un vistazo y no veo nada, pego un grito.

- ¡Hay alguien!
- ¡Podrían ayudarme!

No recibo respuesta, así que salto la valla que rodea la finca. La finca consiste en una casa antigua de campo, pintada en su totalidad de blanco. Las ventanas tienen rejas y la puerta principal es de esas grandes de madera que había antes, como si en algún momento se hubiese empleado para guardar carromatos. Rodeando el camino que llega a la casa hay multitud de árboles frutales, manzanos, limoneros con limones, perales, alguna higuera. Sigo avanzando hacia la casa.

- Hola. ¿Hay alguien? - Vuelvo a gritar.

No obtengo respuesta, así que sigo avanzando con cautela.

De repente oigo un ruido detrás mío. Me giro rápidamente y para mi sorpresa no es ni una persona ni un zombi. Es un perro. Me mira amenazante. Solo me falta que me persiga hoy un perro. Es una especie de pastor alemán, pero de esos que están cruzados con a saber que otra raza.

- Hola bonito. ¿No nos vamos a llevar mal verdad?

El perro me mira agacha las orejas y mueve el rabo ligeramente.

- Ven aquí - le digo y me pongo en cuclillas.

El perro se acerca, alargo la mano y le acaricio detrás de las orejas y por debajo del cuello. En seguida se tumba y se abre de piernas.

¡Anda, pero si no eres un perro! Si eres una perrita. ¿Y como te llamas?

Miro el collar, se llama Estrella. Que nombre mas feo.

- Bueno Estrella, ¿estás sola o están tus dueños por aquí? Vamos a ver si encontramos algo de comer.

Sigo caminando, Estrella me acompaña. Está muy delgada, quizá si es una casa que se emplea solo los fines de semana lleva mucho tiempo sola, sin comer.

La casa es de dos alturas, con una terraza en el primer piso. Las ventanas de la planta baja tienen todas rejas, las del primer piso no, pero están cerradas con contraventanas de madera. Rodeo la casa. Detrás hay una especia de paellero y una caseta, me acerco. Estrella me sigue. Al lado del paellero está la caseta de Estrella, y dentro del paellero un comedero de esos que depositan comida durante varios días a los animales. El comedero está totalmente vacío. Estrella tiene pinte de tener mas hambre que yo.

- A ver Estrella si encontramos algo que comer.

Me acerco a la caseta y veo que tiene una puerta sin llave. La abro son sigilo, es pequeña, dentro me encuentro el típico trastero con botes de pintura, algunas cosas viejas y por suerte para Estrella dos paquetes gigantes de comida para perros.

- Estrella, has tenido suerte.

Estrella me mira como entendiendo lo que le digo y me ladra impaciente. Cojo uno de los paquetes, el que está abierto, y le pongo un poco en el comedero. No le echo mucho, que si no le sentará mal. En seguida se abalanza y se pone a comer ignorándome. Me fijo en el bebedero y lo tiene seco, seguramente haya bebido de algún otro lugar de la finca. En el paellero hay un grifo, lo abro y para mi sorpresa sale agua clara, me fijo y en lo alto de la casa hay dos grandes depósitos de agua, típico de las casas de campo. No me extrañaría que tuviera hasta un pozo o un algibe.

Bebo agua, tenía tanta sed. Cojo el pocillo del agua de Estrella y lo lleno. Ella también bebe. Supongo que la casa está dehabitada desde la catástrofe, sino Estrella tendría comida. Ahora lo que tengo que encontrar es comida para mi. Vuelvo a la caseta y me pongo a rebuscar. Al fondo hay un arcón, lo abro y bingo! Un mazo, un hacha de mano, una hacha mas grande, una sierra, destornilladores, martillo, azada, herramientas del campo, etc...

Cojo el hacha de mano y el mazo y me dirijo hacia la casa. El hacha es mucha mejor arma que mi lanza casera. Si subo por una de las rejas podré alcanzar la terraza superior y por ahí me será mas fácil entrar que por la puerta principal.

Subo con cuidado. Estralla me ladra como diciendo - cuidado que te vas a caer-

-Tranquila que no me caigo.

Llego a la terraza sin dificultad. Introduzco el filo del hacha entre las contraventanas de y hago palanca, la madera cede y veo la ventana. Rompo uno de los cristales de la parte de abajo a la ventana con el mazo, retiro bien los cristales y meto el brazo para abrir la ventana.

Me cuelo dentro de la casa, la única luz que ilumina el interior proviene de la ventana que he abierto. Voy con cuidado, no quiero sorpresas, poco a poco avanzo por las habitaciones y voy abriendo las ventanas para que la casa se ilumine. Como me imaginaba no hay nadie. Bajo al piso inferior y repito el proceso, no sin pasar un poco de miedo. Finalmente abro la puerta principal, donde me espera Estrella.

- Me alegra verte, ven pasa, que voy a cerrar- . Estrella me sigue. Me vuelvo a asegurar de que efectivamente no hay nadie. Miro dentro de armarios, bajo las camas, detrás de las cortinas.

En la casa hay de todo, hay agua corriente, hay comida de sobra en la despensa, hay gas butano con el que podré cocinar. En las habitaciones hay ropa de cama y ropa también en los armarios. Estoy muy cansado, así que como un poco de pan tostado con un trozo de queso, bebo agua y me dirijo a una de las camas.

- ¡Estrella ven! - Me sigue, cierro la puerta con pestillo, de todos modos me he asegurado de que todo está bien cerrado. Dejo el hacha y el mazo en la mesita de noche. Me meto en la cama e intento dormir. Estoy muy cansado.

Caigo rendido casi al instante. Estrella velará mi sueño.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Con una perra ya no te sentirás tan solo. A ver cuánto durais juntos en ese mundo que se desmorona...
Sergio

Anisakis dijo...

Es cierto, pon una perra en tu vida...

Anónimo dijo...

¿No habrás confundido ser un perraco con estar cansado?

David dijo...

Hazte con algunos de estos y aguantarás unos días más...
http://www.pixfans.com/pastelitos-para-calmar-zombis/