Piratas

martes, 29 de diciembre de 2009

Despierto sobre el frío suelo, estoy helado y tengo mucha sed. No se si gritar para pedir ayuda, quien quiera que me tenga retenido sabrá que estoy aquí, supongo que es inútil recordárselo. Del frío que tengo empiezo a tiritar, no puedo pensar con claridad, así que decido no pensar. Empiezo a tararear mentalmente una famosa canción pop de la década de los 90, eso me ayudará a alejarme de la celda en la que me encuentro. Se me ocurre hacer mi top 10 de canciones. Hago mi propia lista de canciones, son todas pop, el grupo mas destacado es sin duda Los Piratas, con dos canciones en el top ten.


De sopetón se abre la puerta. Debía estar tan abstraído con mi lista musical que no me he percatado que unos pasos se acercaban o quizá se hayan acercado sigilosamente, sin hacer ruido a propósito. Aparecen dos hombres, o por lo menos eso creo, llevan como escafandras y no estoy seguro de si son hombres o mujeres. Uno me apunta con un arma desde la puerta, el otro se aproxima sin interponerse en la línea de tiro, saca una jerguilla y me dice que me esté quieto. Tiene voz masculina. Yo entre lo débil que me encuentro, el frío y la impotencia que siento, no hago nada, me dejo inyectar.

De nuevo un calor me recorre al brazo y al llegar al cuello pierdo la consciencia. Los Piratas, sin duda alguna ese era mi grupo favorito.

Hace unos días

lunes, 28 de diciembre de 2009

Hace unos días estaba en la casa de campo y decidí ir a explorar el cuartel militar que sabía que estaba cerca.
Me hice un pequeño petate con una bolsa de deporte de propaganda que había en un armario. Un poco de comida envuelta en un pañuelo grande, una botella de plástico llena de agua y un suéter de lana que me estaba grande. Mis días en este nuevo mundo me han enseñado que tengo que estar preparado para todo.

Cogí el hacha y el petate y junto con Rina fui a explorar el cuartel. En menos de hora y media caminando a un buen ritmo me plante a unos 500 metros del éste, durante ese periodo de tiempo no me crucé con nadie, solo campos, chalets y casas de campo cerradas a calicanto.

Estudié el cuartel a lo lejos, el muro con la alambrada parecía intacto, la puerta principal estaba reforzada con sacos de arena y muchas mas alambradas. A ambos lados de la puerta habían nidos de ametralladoras en lo alto, pero no parecía haber nadie. Tampoco había señal de que los zombis hubieran podido entrar en el recinto.

Me acerqué con cautela, utilicé el pañuelo de envolver la comida como bandera atado al hacha y la iba agitando de un lado a otro, por si había alguien que no me confundiera con una de esas criatura. Rina permanecía a mi lado todo el tiempo, alerta, ella también había aprendido a desconfiar.

Me planté delante de la puerta, había restos de manchas de sangre reseca en el asfalto, pero ni rastro de cuerpos ni de casquillos de bala, tampoco había nadie en los nidos de ametralladora, aparentemente estaba desierto. Una sensación extraña me invadía, había algo raro en todo aquello, sin gente, pero también sin zombis, sin cuerpos, sin vehículos cruzados en la carretera parecía todo tan extrañamente ordenado y hasta limpio.

Empleé los sacos para construir una escalera y poder saltar el muro y la alambrada. Rina pululaba a mi alrededor nerviosa, pero por mas que yo prestaba atención a todas partes no conseguía divisar ningún movimiento.

Una vez en lo alto del muro cuando llamaba a Rina para que me siguiera, note un impacto en la espalda, como si un gran aguijón de hubiera atravesado, un calor me recorrió desde el omóplato hacia el cuello y ya está, no recuerdo nada mas.

Supongo que debí caer desde el muro y me golpeé en la cabeza, de ahí el chichón ensangrentado. Me toco el lugar donde sentí el dolor del aguijón y noto como si me hubieran pinchado con una jeringuilla, debieron dispararme con un dardo tranquilizante. ¿Pero quien? ¿Y porque me retienen como a un preso?

Estoy agotado, exhausto, me tumbo y al poco me invade un profundo sueño, no quiero dormir, pero no puedo luchar contra el, así que me quedo dormido profundamente.

Frío

martes, 8 de diciembre de 2009

Me despierto, estoy tumbado en el suelo, tengo mucho frío, abro los ojos despacio, no hay mucha luz y me cuesta ver las cosas con nitidez.

Me duele mucho la cabeza, sobre todo en la parte trasera. Palpo la superficie con la mano, - ¡¡Ayyyy!! - tengo un enorme chichón con sangre reseca en el pelo. Me incorporo un poco y me entran nauseas, pero no vomito. Apoyo la espalda contra la pared.

No se donde estoy ni como he llegado aquí. No se oye apenas nada a mi alrededor, sólo el goteo como de un grifo abierto. Hace frío y hay mucha humedad. Empiezo a ver con mas nitidez. Me encuentro como en una especie ¿de celda?. Si, es como una celda, pero vacía, sin luz, sin cama, sin nada. Sólo hay una desnuda puerta sin picaporte.

¿Cómo habré llegado aquí? Intento hacer memoria. Hace unos días estaba con Rina en la casa de campo a punto de ... ¡Rina! ¡No está conmigo! ¿Donde estará?. Bueno, tengo que recordar. Hace unos días estaba en la casa de campo y decidí ir a explorar el cuartel militar que sabía que estaba cerca...