El pasillo

domingo, 15 de noviembre de 2009

Estoy en un pasillo, hay un fuerte olor a humedad como el de una cueva, pero es un olor que se mezcla con otro olor conocido, como ese que hay en los hospitales. Se que no es un hospital, aunque se que en las habitaciones que hay en ambos lados del pasillo hay enfermos, al menos uno por habitación. Las habitaciones tienen todas un número, delante de cada número hay una letra, la S, y después de cada número hay otra letra. La letra posterior puede ser de tres colores, verde, roja o amarilla, como en los semáforos. Las puertas de las habitaciones son de metal y todas están cerradas por un gran pestillo por fuera. El pasillo se prolonga haciendo una curva a la derecha hasta que se pierde de vista. Está iluminado con tubos de neón, no hay ventanas, solo puertas a ambos lados y la hilera de tubos de neón que recorre en techo partiéndolo en dos mitades exactas.

Yo no estoy enfermo, eso también lo se. Se que tengo que avanzar por el pasillo. Se que al final del pasillo encontraré la respuesta a todo lo que está pasando.

Comienzo a caminar, sólo se escucha el ruido de mis pasos, tengo que darme prisa, no se exactamente porque, pero tengo que darme prisa. Empiezo a correr, cada vez mas rápido, el pasillo es todo el rato igual, no varía, empiezo a dudar de que tenga final. De repente empiezan a abrirse las puertas, ya no hay cerrojos, y empiezan a salir zombis por todas partes, intento correr mas rápido, pero acaban atrapándome.

Me despierto entre sudores, era un sueño tan real, aun tengo metido en la nariz el olor de ese maldito pasillo. No se que hora es, pero es de noche. Me tumbo boca abajo e intento conciliar el sueño de nuevo.

Reconocimiento II

domingo, 8 de noviembre de 2009

El zombi intenta atrapar a Rina, se lanza y queda a cuatro patas, pero Rina es mas rápida que el y lo esquiva. La horrible criatura no se percata de que yo estoy apunto de atacarle, le doy una fuerte patada con el talón entre la cabeza y el hombro, el golpe es brutal, he empleado todas mis fuerzas. La criatura queda tendida, boca arriba, como si estuviera pensando en lo que acaba de suceder. Sin dejar pasar un instante, sin pensar, sin piedad, descargo el hacha sobre su cabeza y la clavo profundamente.

La criatura ya no se mueve. Ha sido realmente fácil. Me sorprendo a mi mismo de lo sencillo que es acabar con el sufrimiento de uno de estos bichos.

Noto una extraña sensación de poder en mi interior, como que ya no he de temer tanto a estas criaturas, como si pudiera deshacerme de ellas con facilidad. Ya maté una en la huida, o eso creo, pero fue tan rápido que sólo sentí el temor de que me atraparan.

Rina se acerca a mi, le acaricio el cuello, estoy en cuclillas al lado del cadáver. Rina ya está tranquila. Me quedo observando el rostro del zombi, no había visto a uno tan de cerca detenidamente. Tiene los labios agrietados y amoratados, la tez un tanto amarillenta, como si tuviera problemas de hígado y los ojos inyectados en sangre. A parte de su rostro desfigurado se observan manchas de sangre en su ropa, no se si realmente son suyas. Las manos las tiene sucias, con diversas heridas y sangre reseca. Me pregunto a que se dedicaría este hombre antes de transformarse, es difícil establecer su edad, pero no creo que fuera mucho mas mayor que yo. Pobre desgraciado.

Es hora de volver a casa y descansar, lavarse, comer algo, dormir y proseguir mi camino. Mañana me dirigiré al cuartel militar que está en una población no muy alejada de la casa en la que encontré a Rina.

- Vamos. - Le espeto a Rina
- Mañana iremos al cuartel, pero me tienes que hacer mas caso, que hoy me has dado un susto de muerte.

Mañana espero tener algo de suerte en ese cuartel.

Reconocimiento

domingo, 1 de noviembre de 2009

En un cajón de un mueble del recibidor encuentro un juego de llaves de la casa. Voy hacia la verja de entrada, Rina me sigue. Pruebo algunas de las llaves y consigo abrir. Vuelvo a cerrar con llave.

Empiezo a recorrer la zona, con cuidado, observando si hay algo de vida, algo que me indique que hay mas gente como yo. Vigilo también que no me sorprenda ningún zombi.

Me acerco a un chalet, doy con el hacha en la puerta y grito un saludo. Nadie me contesta. Repito esto mismo en varios chalets y casas de campo. No obtengo respuesta. Tampoco se ven coches dentro de los chalets.

Rina empieza ladrar, le digo que se tranquilice, pero está muy nerviosa. Me doy cuenta de porqué ladra, hay una de esas criaturas que se está acercando por nuestra espalda. Viene sola. Mejor será salir corriendo. Pero Rina va a por ella y se le pone a ladrar a un par de metros, nerviosa. No Rina, no te acerques. El zombi intenta morderla.

No puedo permitirlo, me lanzo en carrera con el hacha agarrada con todas mis fuerzas.