Diario olvidado

martes, 15 de marzo de 2011

Hace mucho tiempo que no escribo en el diario, tal vez es porque no tenía la necesidad, desde que llegué al santuario he podido hablar todos los días con gente, he trabajado duro y aunque encerrado entre los altos muros de piedra me he sentido nuevamente libre de la amenaza zombi.

El antiguo monasterio estaba semiabandonado cuando estalló el holocausto zombi, o como diría Bartolomé "cuando el demonio se apoderó de la tierra", en el solo vivían cinco monjes de los cuales solo sobrevivió Bartolomé que aunque cuenta con 64 años está fuerte como un toro. El resto de pobladores del monasterio provienen de un orfanato de una localidad cercana, fue idea de Ariel que trabajaba como enfermera el traer los niños aquí. De los 27 niños que había en el orfanato consiguió que llegaran con vida 24, todo un logro dada la situación, aún así ella se reprocha a menudo la pérdida de los otros 3.

Además de los niños Ariel también trajo a su hermano Héctor, que sin ser adulto (legalmente, aunque la legalidad no sirva ya para nada) tiene 16 años y cuida junto con Bartolomé, Ariel y conmigo de los 24 restantes niños, cuyas edades oscilan entre los 7 y 12 años.

Toda mi vida me he dedicado a los ordenadores y ahora he descubierto que lo que realmente se me da bien son los trabajos manuales, al poco de llegar me dí cuanta también de mis dotes organizativas y prácticamente me puse al mando, no sin discutir de vez en cuando con Ariel, pero claro Bartolomé es un cura mayor chapado a la antigua y siempre piensa que tengo la razón.

Lo primero que hicimos fue reforzar los muros, gracias al suelo arcilloso y la paja que conseguimos de los cultivos de cereales creamos una arcilla bastante resistente, que combinada con rocas nos permitió reparar las zonas del muro mas dañadas. Una vez asegurado el perímetro realizamos un inventario de todos los víveres y utensilios de los que disponíamos, es impresionante la cantidad de cosas que acumulan los monjes.... Gracias a la colaboración de todos, conseguimos un refugio seguro, caliente y bien provisto de alimentos. En el invierno los avistamientos de zombis disminuyó progresivamente, incluso pensamos que habrían sucumbido todos al invierno, al virus que les carcomía o el demonio que les poseía, pero con la llegada de la primavera, la cosa está cambiando, ya no me siento tan seguro, hemos vuelto a ver avistamientos, pero esta vez..... nos son como antes, parecen mas fuertes, mas listos hasta... ¿mas organizados? se que suena a locura, pero tengo esa impresión.

Igual es el miedo el que me ha vuelto a escribir en el diario, todavía no lo he comentado con nadie, pero puedo ver en los ojos de Ariel que ella siente los mismo, algo va a suceder y pronto.