Día 27 Rutina

jueves, 17 de septiembre de 2009

Me levanto cuando amanece, ya me he acostumbrado a no usar el despertador del móvil, creo que hace una semana que no hay luz eléctrica. Hay que ver lo rápido que se desmorona todo cuando no hay gente que lo sustente.

Desayuno una especie de gachas que me hago con harina, agua y miel, también me he acostumbrado a comer cosas raras y siempre frías, echo de menos las cosas caliente, la fruta, la verdura...

Empiezo a hacer mis ejercicios, no puedo correr, pero tengo que estar en forma. He montado una especie de bicicleta estática ayudándome de mi bici, dos patas metálicas de una mesa y dos sillas. Pedaleo durante dos horas.

Lo que peor llevo es el suministro de agua, solo me quedan 8 litros, es el principal motivo por el que abandono la casa. Cuando las cosas empezaron a pintar mal llené la bañera de agua, además llené todos los recipientes y latas que pude cuando me di cuenta de que tenía que permanecer encerrado en casa para sobrevivir. Del grifo a veces sale agua, pero está turbia y las cañerías hacen demasiado ruido. Bebo dos litros de agua al día, a veces tengo sed, pero también me he acostumbrado a ello.

Después de hacer bici, ando una hora por el pasillo, luego hago flexiones, abdominales y estiramientos. A veces hasta se me olvida lo que pasa ahí fuera, la rutina me ayuda a conservar la calma.

Después del ejercicio limpio mi cuerpo con una toallita higiénica, aún me quedan muchas, así no tengo que desperdiciar agua.

Vuelvo a comer, una lata de atún y un trocito de fuet. No es que tenga mucha comida, la tengo que administrar bien, pero también he de estar fuerte para huir. He reservado mis mejores manjares para mi última cena en esta casa.
Después de almorzar, reviso el equipo de la huida y repaso mentalmente y en papel todos los puntos de mi plan.

A las dos como. Un bote de judías , otra lata de atún y medio bote de tomate para freír, sin freír, claro está.

Por la tarde me siento delante de la tele, no hay ni tele, ni radio, ni electricidad. Da igual, después de comer me siento delante de la tele, es una costumbre y me siento bien haciéndolo, al rato cojo un libro y leo.

Ahora que mi propia vida es como una película de aventuras, sólo me apetece leer sobre el amor, la soledad, la muerte. Es la tercera vez que me estoy leyendo Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. Ahora tengo mi propio pozo, mi casa.

Luego vuelvo a ejercitarme, pero con mi arma, el palo de la lámpara unido con el cuchillo de cocina, ensayo destrozando un sofá cama viejo, me siento un poco ridículo, no se realmente si mis ensayos van a servir de algo, pero por lo menos me familiarizo con el tamaño y peso de mi arma. También practico con el cuchillo. Vuelvo a limpiar mi cuerpo con otra toallita, mantener mi higiene me hace sentir mas humano.

Ya hace días que no escucho nada de la calle, solo el viento, la lluvia, si es que llueve o algún pajarillo, nada mas. A lo mejor esas criaturas ya están todas muertas. Ojalá. Puede que el virus que las volvió locas, o lo que quiera que causó su transformación haya consumido sus cuerpos. No lo se, por si acaso he de estar preparado.

Antes de que anochezca escribo en mi diario, luego preparo la cena, una lata de sardinas y una de maíz.

Tengo velas, linternas, pilas y mi frontal, pero no enciendo nada cuando llega la noche. Cuando se fue la luz, en algunas casas se veían luces por las noches, de velas, pero ya no. Mi instinto de conservación me dice que es mejor no encender la luz, por ahora mi instinto me ha conservado con vida.

Se hace de noche y me quedo en la cama, pienso en mi familia, en mis amigos, en mis compañeros de trabajo y en toda la gente que conozco, y me imagino por enésima vez que ha sido de ellos. Pienso si se encuentran en una situación como la mía, si han conseguido huir, o si me los voy a encontrar transformados cuando salga ahí fuera. Es extraño, en vez de ponerme mas nervioso conforme se acerca el día de mi huida, me invade una especie de tranquilidad que me relaja. Quizá en tres días más todo se acabe, quien sabe, para bien o para mal, ahora parece que tampoco importa tanto. El sueño tarda en llegar, pero llega.

Faltan tres días para abandonar mi casa.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me acabo de despertar, me duele todo y tengo hambre, mucha hambre. No recuerdo nada sólo que he despertado de un largo letargo.
No sé quien soy , no recuerdo nada y tampoco me importa. Sólo sé que he estado soñando pero no puedo recordar el qué.
No estoy sola, hay un grupo de gente cerca. No me importa, no quiero comunicarme con ellos sólo quiero comer.

Voy a levantarme y salir a la calle, me cuesta andar y sólo soy capaz de gemir ... sigo teniendo hambre. A lo lejos veo una luz que me hipnotiza, presiento
que hay comida. Sí,lo sé, voy a saciar mi hambre por fin.


Vuelvo a despertar y no recuerdo nada, solo sé que he soñado. Tengo las manos llenas de sangre, me veo reflejada en la ventana y tengo también la boca
llena de sangre. A mí lado hay alguien que no se mueve y ensangretado. Sigo teniendo hambre ...

Espigol dijo...

Bueno bueno ... Irene que grande!!! El punto de vista que faltaba a la historia!! Tanto hablar de "ellos" y ahora "ellos" también tienen voz para explicar lo que está ocurriendo. Ui, ui!! Se pone interesante la cosa!!

Quizás tú también deberías tener tu propio rincón en este proyecto. Podría ser una aportación diferente y complementaria.